La Pascua (Domingo de Resurrección) celebra el soslsticio de
primavera, la llegada del sol y el resurgir de la naturaleza. En Letonia
encontramos las tradiciones cristianas fundidas con las costumbres paganas.
Entre estas tradiciones ancestrales encontramos la celebración de la semana
silenciosa (klusā nedēļa) que se celebra una semana antes, comienza el Domingo
de Ramos, en Letonia el Domingo de la Zargatilla (Pūpolsvētdiena), destacando el Jueves Verde (Zaļā Ceturtdiena)
y el Viernes Grande (Lielā Piektdiena). Desde el Domingo de Ramos o de la
Zargatilla hasta la Pascua existe una tradición que consiste en dar golpes con
ramas en flor de la zargatilla mientras se repiten los mantras tradicionales; “la
salud dentro, la enfermedad fuera” (Veselība iekšā, slimība ārā!) y “redondo como el amento de sauce” (Apaļš kā
pūpols!).
Se dice que durante el Jueves Verde y el Viernes Grande
despiertan los malos espíritus, las brujas y los hechiceros, y se dedican a
hacer maldades, por lo que durante esos días hay que tener especial cuidado.
El Día de la Pascua es el más importante y el que agrupa un
mayor número de tradiciones. En primer lugar hay que madrugar para ver el
amanecer y lavarse la cara en un arroyo que discurra hacia el sol naciente.
Este ritual proporcionaría salud, belleza y agilidad mental.
Una de las tradiciones más típicas es cocer, colorear
y comer muchos huevos. Hay muchas tradiciones relacionadas con los huevos en general, ya que
el huevo es el símbolo del sol y se asocia a la vida y la fertilidad. Los
parientes, amigos y vecinos se regalan e
intercambian huevos, se realizan juegos con ellos (se lanzan rodando como si
fueran canicas, o se utilizan para realizar “luchas de huevos” en las que se entrechocan
por los extremos y gana el jugador que tenga el huevo con la cáscara más dura. Después hay que comerse todos lo huevos.
Al igual que colorear los huevos es una tradición
fundamental de Pascua, también lo es columpiarse. Al columpiarse alejamos a los
mosquitos, para que no piquen durante el verano. Es importante el sitio donde
se coloca el columpio, tiene que ser el más alto posible, por ejemplo encima de
una colina o una pequeña elevación del terreno, pero no al lado del agua para
evitar mojarse. Los primeros en montarse son los dueños del columpio y luego puede
montarse otra gente. Antiguamente
también era importante tener a alguien que nos columpiara con fuerza para llegar
lo más alto posible y “empujar” al sol hacia arriba para que los días fuesen más
largos y llegara la primavera. A los “columpiadores” se les premiaba con huevos
coloreados, guantes tejidos, cerveza u otras cosas. Los columpios se montaban
sólo para la Pascua, después había que quitarlos para evitar que cayera una maldición sobre
las gallinas y se volviesen cluecas. También era importante quemar los columpios
para que las brujas no tuviesen sitio donde columpiarse.
Coloreamos los huevos
- Huevos (si es posible, blancos)
- Mucha piel de cebolla
- Algunas hojitas
- Lana
- Arroz
Normalmente los huevos se colorean el día anterior a Pascua.
Cogemos el huevo, podemos poner las hojitas y/o arroz alrededor y/o atar la lana.
Si no usamos la lana, mejor tener algunas medias donde meter el huevo. Estas
medias sostienen los objetos que utilizamos para crear la decoración. Ponemos los huevos ya preparados junto a la
piel de la cebolla y ponemos a hervir el agua. La piel de cebolla coloreará los
huevos en su totalidad salvo en aquellas zonas en la que hemos colocado el arroz,
la lana o las hojas, donde permanecerá el color original, creando una decoración
en negativo.
También se puede colorear con la remolacha, café, casis, arándanos,
zanahorias u otras cosas que puedan dar color al huevo.
Cuando estén hechos, los colocamos en algún recipiente o cesta,
además podemos preparar una composición de Pascua con los huevos coloreados,
algunas gallinas y/o el conejo de Pascua.
Priecīgas Lieldienas! - ¡Felíz Pascua!
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