En el noroeste de Letonia, entre el Báltico y en río Venta, se encuentra la encantadora ciudad de Ventspils. Para llegar a este enclave debemos adentrarnos a través de la histórica provincia de Kurzeme (Curlandia), y continuar al norte hasta la orilla del “mar blanco”.
Su fundación se debe a la voluntad de la Orden Livona (Livonijas Ordenis) que se establecieron en 1314 conviertiendo el lugar en un importante puerto mercantil de la liga Hanseática, basado en el comercio del metal, la madera y sobre todo, el ámbar. Destacó como astillero durante el Ducado de Curlandia (Kurzemes hercogiste) ya que botó numerosos barcos mercantes y de guerra, y sirvió de base para que la flota del duque colonizase Trinidad y Tobago. Sin embargo, posteriormente las guerras entre polacos y suecos destruyeron la ciudad en el s. XVIII y las plagas diezmaron a sus habitantes. Su renacimiento económico y demográfico se produjo con el Imperio Ruso, y ya a mediados del s. XIX volvía a ser un importante puerto mercantil, uno de los más rentables para Moscú. Las dos guerras mundiales del s. XX impactaron en sus habitantes y en la ciudad de forma intensa, debido a su posición estratégica, sin embargo con la ocupación soviética pronto volvería a recuperarse, ya que se convirtió en un puerto fundamental para la exportación del petróleo ruso.
Tras la recobrada soberanía nacional, Ventspils continuó siendo un puerto importantísimo, y ahora es base de numerosas multinacionales. Pero la ciudad cambió, aunque sigue siendo fundamental su naturaleza portuaria y fabril, desde los noventa se ha producido una política de embellecimiento de la ciudad para resultar más atractiva a los turistas. Los vecinos de Ventspils están orgullosos de que su ciudad sea la envidia de Letonia, por su nivel de desarrollo y atractivo, ya que durante la etapa soviética nadie quería vivir allí porque era una ciudad dura y sucia. La nueva vitalidad se deja ver en sus preciosos parques, su playa de arena finísima y sus edificios contemporáneos. Los viejos bloques de hormigón de la arquitectura soviética aún asoman en algunos rincones de la ciudad, cómo fantasmas del pasado que observan moribundos a la floreciente urbe.
Otro importante centro es el Museo al aire libre de la ciudad (Piejūras Brīvdabas muzejs) de carácter etnográfico que muestra cómo eran las típicas construcciones de los pescadores de la zona, sus embarcaciones y herramientas, incluido un gran molino tradicional. Además tiene una parada del pequeño tren turístico a vapor, Mazbanitis, que con casi cien años de antigüedad recorre parte de la ciudad.
La Casa de la Artesanía (Amatu māja) se encuentra en un edificio histórico del s. XVIII que alberga una escuela tradicional del s.XIX, exposiciones de diversas artesanías y aulas donde se desarrollan talleres que evocan las pasadas profesiones. Es un edificio simbólico, debido a que entre 1849 y 1851 estudió el gran escritor Krisjanis Barons (Krišjānis Barons), un investigador fundamental del folklore letón.
También podemos pasarnos por la renovada plaza del mercado, que en el 2009 volvió a poner en valor numerosos edificios del s.XIX, sobre todo la torre del reloj, que alberga un reloj de sol y de carrillón. Este mercado, lleno de vida es donde se realizan varios eventos a lo largo del año.
El centro de la ciudad está repleto de estrechas callejuelas, pero en la plaza del Ayuntamiento encontramos la magnífica iglesia luterana de San Marcos, construida en 1835. Muy cerca encontramos la biblioteca de Ventspils (Ventspils bibliotēka), que se encuentra en una mansión del s. XIX lo que contrasta con la hipermoderna biblioteca de Parventa (Pārventas bibliotēka). También es reseñable la casa dedicada a los escritores y traductores internacionales que se alojan en Ventspils (Ventspils rakstnieku un tulkotāju māja).
Pero Ventspils fundamentalmente es mar. Su paseo marítimo, a lo largo del enorme puerto de la ciudad y hasta su playa de bandera azul, es un recorrido a disfrutar por todos. Un paseo en el que encontraremos numerosas vacas gigantes, producto de la Cow Parade, que dejó en esta ciudad más de 10 vacas-esculturas que se han convertido en símbolo de la ciudad. Puede que con un poco de suerte veamos el ferry que conecta Ventspils con otros puertos de Letonia, Estonia, Suecia y Alemania.
Además la ciudad cuenta con otras atracciones, cuando el frio invierno llega y no podamos ir a la playa, se puede disfrutar del parque acuático climatizado de la ciudad (Ūdens piedzīvojumu parks), y durante todo el año podemos divertirnos en el parque de aventuras (Piedzīvojumu parks), “Lemberga hūte”, la montaña artificial donde disfrutan pequeños y mayores. Los pequeños también pueden disfrutar de “las ciudades” para los niños (Bērnu pilsētiņa) que son parques dedicados solamente a ellos.
La ciudad tampoco deja el deporte de lado, ya que Ventspils acoge el centro olímpico (Olimpiskais centrs "Ventspils") más polifacético de Letonia. Donde entrenan deportistas de élite de toda Europa y sirve también a los populares equipos locales de fútbol y baloncesto. Por otra parte acoge a lo largo del año numerosas competiciones internacionales, como el campeonato mundial femenino de Hockey sobre hielo.
También podemos acercarnos al mundo de la ciencia en Ventspils a través del planetario y el observatorio astronómico de la ciudad (Planetārijs un Observatorija), los más modernos de Letonia. El planetario tiene un diámetro de 8 metros y permite mostrar presentaciones en 360 grados. El observatorio, con su telescopio de alta calidad nos permite observar los planetas y sus satélites, alejadas nebulosas e incluso el sol, utilizando filtros especiales durante el día.
No nos despedimos sin mencionar el amor por las flores que existe en esta ciudad. Las flores están en cualquier parte en la que descansemos la mirada. Las esculturas de flores pueblan los parques de la ciudad, incluso podremos encontrar un colorido reloj de flores. Una vez al año, durante el festival de la ciudad (a principios de agosto) se puede disfrutar de una competición muy especial, ya que se premian las mejores alfombras florales locales . Además se exponen las mejores alfombras del Festival de Alfombras Florales de los países bálticos (Baltijas ziedu paklāju festivāls) para que sean disfrutadas por los visitantes. Pero en invierno merece la pena ver las luces que adornan la ciudad vestida de traje navideño.
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