A pocos kilómetros de Ventspils se encuentra lo que en su día fue un complejo militar soviético de alto secreto. Zvaignite o “la estrellita” formaba parte del programa espacial SRY que contaba 12 estaciones espía localizadas en Cuba, Ucrania y cerca del círculo ártico. El sistema permitía controlar las comunicaciones de la OTAN e interferir llamadas telefónicas de Europa, Inglaterra y Escandinavia.
Precisamente Zvaignite fue uno de los primeros centros soviéticos que se construyeron o reorientaron al espionaje. Originalmente contaba con tres antenas, la mayor, conocida como RT-32 es todavía hoy la mayor del norte de Europa y la octava del mundo. Con 32 metros de diámetro y más de 600 toneladas de peso. En las labores de radar, intercepción de comunicaciones y seguimiento de satélites era asistida por otras dos antenas menores, de 16 y 10 metros de diámetro respectivamente.
RT-10 desmantelada
Todo este complejo de inteligencia requería una presencia constante y abundante de personal militar, por lo que junto a las antenas se desplegó una pequeña ciudad para dar cobijo a todos los trabajadores del lugar. Una ciudad compuesta por bloques de viviendas, cuarteles, edificios de mando y coordinación y centros de entrenamiento.
Ciudad fantasma
La ubicación de esta estación no fue casual, cerca de la costa báltica y escondida en el interior de un tupido e inaccesible bosque. Tanto es así, que la población ignoraba la existencia de estas antenas, ya que al tratarse de instalaciones altamente secretas sólo aquellas personas con un permiso especial podía acceder al área que rodea los edificios. Sólo en 1994, cuando finalmente abandonó el ejército soviético Letonia, se pudo acceder a zona. En su retirada, los rusos inutilizaron las antenas, cortando los cables y vertiendo ácido en los motores eléctricos y se llevaron la antena de 10 metros (ya que las otras dos eran imposibles de trasladar).
RT-16vista desde la plataforma superior de la RT-32
Sin embargo, este sabotaje era de poco alcance, aunque tenían los medios necesarios para acabar definitivamente con las antenas (simplemente con destrozar los rodamientos habrían inutilizado las instalaciones). Una versión de la historia nos cuenta que se abstuvieron de reducirlo todo a escombros debido a la presión ejercida por parte de asociaciones científicas internacionales y de la Academia Soviética de las Ciencias, pero otra, más siniestra, nos habla de un sabotaje limitado y fácilmente reversible, posibilitando su funcionamiento una vez volviera el ejército soviético.
Mandos de la estación
Toda la ciudad militar construida en sus inmediaciones fue completamente saqueada tras el abandono del ejército soviético. Sin embargo, la RT-32 ha vuelto a la vida con ayuda de la Unión Europea. El radar militar ahora sirve a la ciencia, ha pasado de escuchar a las personas a escuchar al universo. Desde la retirada del ejército soviético el centro ha estado bajo la autoridad de la Academia Letona de la Ciencia. Hoy la función principal del centro de radioastronomía es observar las fuentes naturales y artificiales de ondas de radio para recopilar información y realizar experimentos en astronomía, astrofísica, estudio del espacio exterior, geofísica, geodinámica, geodesia, coordinación con el servicio meteorológico y otros programas de investigación.
Interior de un jardín infantil y maquinaria
Hoy en día es posible realizar una visita guiada, que incluye un paseo por sus instalaciones y edificios abandonados, el interior de la radio estación, accediendo hasta su plataforma superior, donde veremos en el horizonte la bella estampa de los bosques de Kurzeme. Además desde la primavera del 2009 también es posible ir a través de un túnel subterráneo que conectaba el radio telescopio con las instalaciones técnicas y de dirección.
Tramos del túnel subterráneo. Todo el cableado ha sido saqueado.
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